Devorarte lentamente,
sin apuro,
como a una langosta de Juan Fernández,
como a centolla de Puerto Montt;
destrozar tus tenazas tenues
con mis manos,
reposar tu madurez en mi mesa;
fui de pesca sin anzuelo,
y recogí tu silueta de mar profundo,
no puse trampas y viniste a mí;
y ahora, en esta cena,
como de tu cuerpo de pez azul
y tú desovas tus labios en mi pecho......
...hembra de océanos y tierras
conquistas mis naves con un beso...
1 comentario:
que agradable fue leer lo que escribes. suena bien, muy bien. Sólo que dura tan poco no?
www.problemasdepercepcion.blogspot.com
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